«L’inibizione é comunque sempre scatenata dall’Io in atteggiamento difensivo, per proteggersi da esperienze o da previsión di esperienze che determinerebbero I’insorgenza di una angoscia inssoportabile. Tuttavia la messa in azione di queste difese impoverisce inmancabilmente la personalitá interessata, la appiatisce, fa del soggeto un succube degli avvenimenti e delle pressioni esteriori... In questo quadro piú generale, tuttavia, lo stato di inibizione puó portare a pronunciare un consenso matrimoniale nel quale la scelta non é fatta dal soggeto interesato, ma dalle circonstanze esteriori e semplicemente perché macano le forze di porsi in contrasto con esse» (L. Ancona, Perturbación psichiche e consenso matrimoniale nel Diritto canonico, Roma 1976, 91)

"La inhibición es sin embargo siempre desatado por el ego en una actitud defensiva, para protegerse de experiencias o de la previsión de experiencias que determinarían la aparición de la ansiedad inaguantable. Sin embargo, la implementación de estas defensas inevitablemente empobrece la personalidad en cuestión, la aplana, hace del sujeto un súcubo de los acontecimientos e de presiones externas... En este cuadro más general, sin embargo, el estado de inhibición puede conducir a pronunciar un consentimiento matrimonial en el que la elección no es hecha por el sujeto interesado, sino por las circunstancias externas y simplemente porque destruyen las fuerzas para preguntarse en contraste con ellos” (L. Ancona, Perturbación psíquica y consentimiento matrimonial en Derecho Canónico, Roma 1976, 91)